Orlando Fals Borda, figura del intelectual decolonial comprometido

Baptiste Godrie

Una obra ineludible, pero invisible

La contribución de Fals Borda a las ciencias sociales es mayor ya que trabajó durante cerca de cincuenta años en el plano nacional e internacional para hacer surgir paradigmas participativos y renovar las preocupaciones epistemológicas en las ciencias sociales. A pesar de ello, su obra se encuentra relativamente ausente de las ciencias sociales, en particular las francófonas, fuera de los círculos especializados.

Sus trabajos son analizados en la literatura hispanófona, lusófona y anglófona, en donde es una figura familiar en los campos de la pedagogía y del desarrollo rural, así como de los círculos de investigación en ciencias sociales en los que de un modo u otro se realizan investigaciones participativas. Por ejemplo, sus trabajos sirven de referencia a la Action Research Network of the Americas (ARNA), creada en 2012 para apoyar a los investigadores que se inscriben en las corrientes de la investigación -acción, tanto en el Norte como en el Sur, como lo subrayan varios de sus miembros fundadores: “We found ourselves heavily influenced by Orlando Fals Borda” (Shosh et al., 2017: 489). Sus trabajos son también particularmente citados en los manuales de investigación – acción (Reason & Bradbury (2006)[2001]; McIntyre, 2007; Francés et al., 2015; Rowell et al., 2017; Leguízamo & Alfonso, 2018) así como en el número especial “Collaborative Anthropologies in Latin America” de la revista Collaborative Anthropologies coordinada por Joanne Rappaport y Les Field (2011).

La situación es bien distinta en el mundo francófono en donde, a pesar de encontrar algunos rastros dispersos de su obra, no existe ningún trabajo substancial que la presente y analice.  Las primeras menciones de sus trabajos remontan a los años 60, gracias a las reseñas de sus obras La Violencia en Colombia en Études rurales (Pereira de Queiroz, 1966) e Historia doble de la Costa en los Cahiers du monde hispanique et lusobrésilien (Gilard, 1981), así como a un artículo de González y Rodriguez consagrado a la nueva sociología en América Latina (1967). En este artículo, los autores presentan brevemente La subversión en Colombia y citan un extracto en el cual Fals Borda subraya la importancia de que los sociólogos “señalen las alternativas e incluso lancen las alarmas, las críticas y las llamadas a la acción”, incluso cuando se trata de temas complejos sobre los cuales no hay objetividad posible, como es el caso de la violencia (1967: 42).

Encontramos igualmente menciones de Fals Borda en las bibliografías de artículos sobre la investigación-acción participativa (IAP) (Labelle, 1971; Zuñiga, 1981; René et Laurin, 2009; Gélineau et al., 2013; Pédelahore et al. 2013; Olivier-d’Avignon et al., 2018). En cada uno de esos artículos el lugar otorgado a Fals Borda se resume en general a la mención de una de las dos referencias siguientes: ya sea al libro Breaking the monopoly of research que escribió conjuntamente con Mohammad Anisur Rahman en 1991, ya sea al capítulo “Participatory (Action) Research in Social Theory: Origins and Challenges” publicado en el Handbook of Action Research : Participative Inquiry & Practice bajo la dirección de Peter Reason et Hilary Bradbury en el 2001. En cada caso, Fals Borda es presentado como una referencia de iniciado, o incluso una autoridad, para establecer la genealogía de la corriente de la IAP que él contribuyó a fundar. Pero su obra como tal permanece prácticamente invisible. A pesar del lugar que se le otorga en la obra Recherches participatives: regards multiples en el que se le reconoce como líder del grupo de investigación colombiano fundador de la corriente sociológica de la IAP, de nuevo su obra no es presentada ni realmente discutida (Anadón, 2007: 21).

Una de las explicaciones de esta invisibilidad de la obra de Fals Borda en la literatura francófona en ciencias sociales es que no se encuentra traducida al francés. Mientras que existen numerosos textos en español e inglés, lenguas en las que escribía de manera corriente, así como numerosas traducciones de algunos de sus textos en español al inglés y recíprocamente, no existe, que nosotros sepamos, más que un solo y único texto de Fals Borda publicado en francés en 1970. Este artículo fue publicado en la revista L’Homme et la société (El Hombre y la sociedad) y trata de la crisis de la sociología (Fals-Borda, 1970). Escrito a continuación de su libro La Subversión en Colombia (1967), Fals Borda trata en este artículo el papel de la sociología en un contexto de crisis social e intelectual ligada a los trastornos de las estructuras tradicionales de la sociedad colombiana. La pregunta que aborda es la siguiente: ¿cómo puede el conocimiento orientar el cambio social? A ello responde asignando roles científicos y políticos a la investigación en ciencias sociales, consistentes, por una parte, en ofrecer herramientas para interpretar las realidades propias de Colombia y, por otra parte, en jugar el papel de “autoconsciencias científicas de la sociedad” (p. 174). En alianza con otros grupos sociales, su trabajo puede permitir “revelar los mecanismos políticos” de la crisis e “ilustrar y orientar ese proceso decisivo e irreversible” (p. 176). Para Fals Borda, que asocia la emancipación económica de Colombia con la emancipación de la sociología, sólo será posible que la sociología pueda proponer “claves para el futuro” y favorecer la autodeterminación de la ciudadanía “abandonando poco a poco su servilismo intelectual, este servilismo que la ha llevado a la adopción casi ciega de los modelos teóricos y de las concepciones inadaptadas a nuestro medio” (p. 177). Este texto pone en evidencia la importancia para la sociología latino-americana de romper con el modelo de la “incorporación” de los conocimientos producidos en otros contextos para comprender las realidades sociales locales. Esta voluntad de ruptura, central en la obra de Fals Borda, se encuentra en el centro de esta antología sobre la descolonización de las ciencias sociales que reúne textos escritos entre 1966 y 2003.

Precursor de la descolonización de las ciencias sociales

Los textos reunidos en este volumen son la prueba de la preocupación de Fals Borda, presente desde muy temprano en su trayectoria intelectual, de construir una sociología latino-americana libre de los marcos interpretativos norteamericanos y europeos dominantes. En una entrevista en la que relata su recorrido intelectual, menciona las tensiones que desde sus primeros trabajos de sociología rural en la época en la que realizaba su maestría y su doctorado en los años cincuenta, al aplicar los marcos analíticos, en particular el funcionalismo, aprendido durante sus años de estudios en los Estados Unidos, a las comunidades rurales colombianas que intentaba entonces comprender (Cendales, Torres & Torres: 2005). Desde el inicio del decenio siguiente, el análisis del origen de estas tensiones va a conducirlo, junto con otros, a tomar distancia de los marcos de interpretación en los cuales había sido socializado durante sus estudios y a iniciar un programa de investigación “a-colonial” (entonces llamado “anti-colonial”) que va a desplegar hasta su muerte, a lo largo de cuarenta años de un pensamiento en permanente movimiento.

Las preocupaciones intelectuales anticoloniales de Fals Borda se elaboran inicialmente a lo largo de sus intercambios con su amigo y colega Camilo Torres Restrepo que pronuncia, en 1961, una conferencia intitulada “El problema de la estructuración de una auténtica sociología Latinoamericana” durante las Jornadas latino-americanas de sociología organizadas con ocasión de la primera Conferencia latino-americana de las Escuelas y Departamentos de sociología en Buenos Aires (Torres, 2001). La sociología en Colombia, según Torres, no ha producido hasta ahora más que “copistas” e “intérpretes” de las escuelas sociológicas de América del Norte y de Europa (2001: 133), contribuyendo así a una forma de colonialismo intelectual. La sociología de los países en desarrollo ha caído en la trampa del “nominalismo”, el cual define como el hecho de utilizar los conceptos sin una relación objetiva con la realidad observada. Torres reconoce que los razonamientos sociológicos son generales y no se detienen en las fronteras nacionales. Sin embargo, la construcción de una sociología latinoamericana (y de sociologías nacionales) cuyos métodos y análisis sean adaptados a las realidades locales, resulta una empresa legítima a sus ojos. Torres aboga así contra “la utilización de una terminología hueca y sin sentido” importada del Norte global (2001: 135) y a favor de una conceptualización sociológica al servicio de la observación.

En aquel entonces, cuando se habla de colonialismo, se trata ante todo de relaciones económicas y políticas de dominación. Gracias a Fals Borda y otros como Fanon (1952) y Freire (1968) o, más tarde Thiong’o (1986), Quijano (1992) y Dussel (1993), el término de colonialismo se refiere igualmente a un proyecto ideológico en el cual las ciencias sociales juegan un importante papel. Las ciencias sociales occidentales participan a la dominación colonial puesto que conducen a las y los intelectuales de los países en desarrollo a pensarse si mismos y a pensar en las realidades sociopolíticas que los rodean a partir de los marcos interpretativos hegemónicos. Para poderse liberar intelectualmente de ellos y para que las ciencias sociales puedan jugar un papel en el surgimiento de una mayor justicia social para los grupos oprimidos, las y los investigadoras et investigadores en ciencias sociales deben desarrollar teorías y métodos adaptados a las realidades y a las necesidades de las sociedades a las cuales pertenecen.

Estas reflexiones se encuentran presentes en las conferencias y textos de esta antología y particularmente en el compendio de Fals Borda titulado Ciencia propia y colonialismo intelectual[1]. Este texto se inscribe en una amplia corriente internacional crítica del imperialismo occidental que conduce y concluye en la formulación de la teoría de la dependencia[2] al orden económico internacional. Esta crítica, iniciada en los planos políticos y económicos, se traduce en el universo científico y en las representaciones sociales como una crítica del monopolio occidental de producción de la ciencia y de la importación de los marcos científicos de interpretación aplicados a realidades locales diferentes de las de los países en los cuales son elaboradas inicialmente.

Descolonizar las ciencias sociales representa así un imperativo a la vez que un esfuerzo consciente por deshacerse del “mimetismo intelectual” (Fals Borda, 1970). Luchar contra ese mimetismo intelectual supone someterse a una “cuarentena” de los conceptos aprendidos en los libros y en las salas de clase por las y los investigadoras e investigadores colombianos en ciencias sociales (Fals Borda, 2014: 64), desarrollar una sociología empírica, implementar la investigación-acción participativa y combinar métodos y disciplinas para captar las dimensiones sincrónicas y diacrónicas de las dinámicas sociales locales. A esto se añade el trabajo de alianza con intelectuales y activistas de otros países en desarrollo y del Norte buscando salir de las dinámicas coloniales Norte-Sur, así como dibujar los horizontes posibles por fuera de esos lazos de dependencia económica e intelectual, como lo explica Fals Borda: “Los universitarios del Norte y del Sur pueden converger como colegas y socios en la búsqueda de sentido” (2006: 357). El establecimiento de este programa descolonial se acompaña de una crítica del positivismo occidental caracterizado por la neutralidad, la universalidad y la objetividad y que, según Fals Borda, apoya el statu quo ideológico e inhibe las transformaciones sociales (Fals Borda, 2001a).

Esta crítica va a conducir a Fals Borda y algunos y algunas de sus colegas colombiano(a)s a poner en práctica su programa de descolonización de los saberes reuniéndose con grupos de activistas indígenas y campesinos del suroeste de la costa atlántica colombiana, El desarrollo de la investigación -acción participativa es, desde este punto de vista, una innovación epistemológica y política mayor. Los miembros de La Rosca Investigación y Acción Social un grupo de investigadores e investigadoras en ciencias sociales, incluyendo a Fals Borda, y de activistas de movimientos sociales, creado en 1970, van a experimentar nuevas formas de investigación en el cruce entre la investigación, la acción y de la educación, en alianza con los grupos oprimidos con el fin de sostener sus luchas locales y regionales (Bonilla et al. 1971).

En los años 2000, su combate por la descolonización de las ciencias sociales va extenderse a  todas las ciencias como lo muestra su alianza con el biólogo Mora Osejo y la redacción del Manifesto por la autoestima de la ciencia colombiana retomado con el título “superación del eurocentrismo” y presentado en esta antología.

Quién es Orlando Fals Borda?

Orlando Fals Borda nació el 11 de julio de 1925 en Barranquilla, una ciudad que se sitúa en el norte de Colombia, en la desembocadura del rio Magdalena en el mar Caribe[3]. Viene de una familia presbiteriana de clase media y realiza sus estudios de primaria y secundaria en un colegio protestante. En 1941 integra la armada y la deja en 1944 para viajar a los Estados-Unidos después de haber recibido una beca de estudios del Instituto interamericano de educación. Obtiene un diploma de pregrado en literatura inglesa de la Universidad presbiteriana de Dubuque (Iowa) en 1947. Durante sus estudios sigue un curso de sociología que va despertar su curiosidad. Vuelve a Colombia y se involucra plenamente en las actividades protestantes convirtiéndose en presidente del Centro presbiteriano de la juventud de tal modo que se le propone incluso que se convierta en pastor. En su búsqueda de empleo se presenta en persona ante el ministro de Educación en 1948 y obtiene un cargo en el marco de un contrato gubernamental financiado por la UNESCO sobre la administración de los asuntos municipales en Vianí, una ciudad situada en unos cien kilómetros al noroeste de Bogotá. Es en esta época que lee Tabio: A Study in Rural Social Organization que es el primer estudio de sociología rural colombiana coescrito por el sociólogo americano Thomas Lynn Smith y Diaz Rodríguez. El apéndice de ese libro, que contiene los cuestionarios de encuesta va, según él mismo lo reconoce, a servirle de inspiración durante sus primeras encuestas de sociología rural.

La experiencia que adquiere en esta municipalidad le permite ser contratado como secretario y traductor de una compañía americana Winston Brothers la cual desea desarrollar actividades en Colombia. De ahí en adelante trabaja en la municipalidad de Saucio situada a 70 kilómetros al noreste de Bogotá en donde pasa sus días con los trabajadores de esta compañía, de los campesinos y sus familias. Esta experiencia es determinante en muchos sentidos puesto que es en contacto con ellos como aprende la cultura popular tradicional:

This became my family. I learned all about life, they taught how to pull the potatoes from the ground, how to guide the oxen, how to use the sickle… I became a peasant, wearing poncho and sombrero, just like the peasants who lived there. I began to talk like them and to dance. I learned how to dance torbellino and bambuco, to play guitar and to sing with them. (Cendales, Torres & Torres, 2005: 14)

En 1951, la compañía le propone ir a trabajar a Minneapolis en razón de su conocimiento de la región y de su bilingüismo. Viaja entonces a los Estados Unidos y, al mismo tiempo que trabaja a tiempo completo, se inscribe como estudiante en el programa de maestría en sociología en la Universidad de Minnesota.

Formación intelectual e institucionalización de la sociología colombiana

Comienza entonces, desde los años 50 hasta comienzos de los 60, un periodo de formación intelectual y de institucionalización de la sociología colombiana. Este período es marcado por sus años de estudios de maestría y doctorado en los Estados Unidos durante los cuales realiza sus primeros trabajos de sociología rural y, a su a Colombia, por la creación de la Facultad de sociología de la Universidad Nacional de Colombia. Su trabajo de maestría aparece con el título de Peasant Society in the Colombian Andes: A Sociological Study of Saucio en 1955 en inglés en las Imprentas a universitarias de la Universidad de Florida, en donde trabaja Thomas Lynn Smith, y luego en español en 1961 (Campesinos De Los Andes: Estudio Sociológico de Saucio – Les paysans des Andes: Étude sociologique de Saucio). Ese libro marca los inicios de la sociología moderna en Colombia. En el prólogo de su estudio de 1961, Fals Borda escribe que deseaba entonces “comprobar si lo que se decía del hombre rural colombiano era verdad, si merecía su destino de siervo, si su estupidez aparente o su ’‘melancolía indígena’ era atávica, si su destino como sub-humano era inevitable” (1961: XI). Este libro, que se apoya sobre los datos recolectados entre 1949 et 1951 mientras vivía en Saucio, trata del modo de vida tradicional de los campesinos y de sus transformaciones causadas por la modernización de la región. Fals Borda realiza un análisis estructuro-funcionalista en el que había sido formado durante sus estudios, complementado con análisis empíricos que toman elementos de la sociología y se apoyan sobre una diversidad de fuentes (bitácora, observación participativa, fotografías, grabaciones de audio, análisis de objetos de la vida campesina).

Gracias a una beca de la Fundación Guggenheim, se inscribe al doctorado en la Universidad de la Floride bajo la dirección de Smith. Su tesis de doctorado, defendida en 1955 aparece en español bajo el título: El Hombre y la Tierra en Boyacá. Bases socio-históricas para una reforma agraria. Este estudio sorprende aún hoy por su amplitud sociológica, demográfica e histórica. Fals Borda estudia allí, con ayuda de una diversidad de fuentes primarias y secundarias el paso de un régimen colonial a un régimen republicano de gestión de la tierra con los problemas y trastornos que acompañan esas transformaciones: conflictos territoriales entre familias campesinas y municipalidades con respecto a la propiedad, al uso de la tierra, a la parcelación de las haciendas y a la “minifundización[4]” (Ocampo López, 2009: 21)

En 1958, a su regreso a Colombia, debido a sus conocimientos del medio rural y de las cuestiones agrícolas, es contratado como vice-ministro de agricultura encargado del tema de la reforma agraria en el seno del gobierno recién elegido del Frente National donde trabajará dos años en colaboración con cuatro ministros sucesivos. El gobierno del Frente Nacional (1958-1974) es un régimen de coalición bipartita entre los dos partidos políticos – Liberal y Conservador – que se enfrentaban tradicionalmente hasta entonces por el poder. Esta coalición se formó para superar la situación cercana a la guerra civil que desangraba el país desde los años 40 y había conducido a la instauración de un gobierno militar en 1953. El programa político del Frente Nacional buscaba la transformación de la sociedad gracias a reformas institucionales destinadas a romper con las estructuras tradicionales de la sociedad.

Ese mismo año de 1958, Fals Borda es invitado por el rector de la Universidad Nacional de Colombia a convertirse en el primer director del Departamento de sociología recientemente creado. Allí se reunió con Camilo Torres, un sacerdote que había realizado sus estudios de sociología en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. En su entrevista con Cendales, (Torres & Torres, 2005), Fals Borda cuenta que Camilo Torres y el redactaron un documento de presentación de la sociología para ir a reclutar estudiantes en los corredores de la universidad al comienzo del año académico de 1958. La primera sesión de cursos comienza con 21 estudiantes, e imparte una enseñanza orientada hacia el aprendizaje de las metodologías de campo (entrevistas, estudios de archivos, historia oral). Con otro(a)s maestro(a)s, entre lo(a)s cuales se encontraban Eduardo Umaña Luna y María Cristina Salazar, forman una generación de profesionales de la sociología preparado(a)s para realizar estudios científicos sobre las realidades locales. María Cristina Salazar, graduada de la Universidad católica de Washington y primera colombiana titular de un doctorado en sociología, llega en 1962 llamada por Camilo Torres. Más adelante, escribirá un estudio notable sobre la explotación de los niños (Salazar, 2006) y se casará con Fals Borda en 1968. De 1958 à 1960, Fals Borda asume plenamente sus cargos en la universidad y en el Ministerio de Agricultura y accede a fondos del ministerio para editar las primeras monografías del departamento de sociología. En 1961 es nombrado decano de la nueva facultad de sociología, la primera en América latina, y deja el ministerio. El nuevo edificio que alberga la Facultad[5] es inaugurado durante la VII edición del Congreso latinoamericano de sociología en 1964. La organización de aquellos congresos nacionales e internacionales contribuyen a institucionalizar la disciplina en Colombia. En 1962, Fals Borda colabora en la creación de la Asociación colombiana de sociología y se implica activamente en la organización de las dos primeras ediciones del Congreso nacional de sociología en 1963 y 1967 mientras participa en la coordinación de la Revista Latinoamericana de Sociología lanzada en 1965.

Con su colega Eduardo Umaña Luna de la Faculté de sociología y Germán Guzmán Campos, un sacerdote que había participado en una comisión gubernamental sobre la violencia, Fals Borda inicia sus trabajos sobre la violencia que culminan con la publicación en 1962 de “La violencia en Colombia. Estudio de un proceso social”. En esta obra los autores analizan los numerosos testimonios y documentos recogidos por Guzmán Campos en el marco de la comisión gubernamental. Esta obra tiene como objetivo presentar un estudio científico y objetivo de los conflictos y de las fuentes de la violencia en Colombia durante los años 40 y 50. Esta obra expresa, según Pereira (2009), un posicionamiento crítico frente al gobierno del Frente Nacional que había encargado la investigación, así como a la autonomización de las ciencias sociales con respecto a la esfera política. Según Ocampo López, este libro fue el que mayor impacto social tuvo en la sociedad colombiana del siglo XX (2009). En su momento el libro fue criticado por todos los actores: la iglesia, la policía, el ejército y el Frente Nacional, los cuales se responsabilizan mutuamente por las 300 000 muertes mencionadas en el libro.

Este primer periodo de la vida intelectual de Fals Borda está caracterizado por el desarrollo de una sociología moderna en busca de una objetividad en el estudio de los problemas sociales. Así como él mismo lo declara, se trataba de reproducir el modelo de las ciencias naturales que constituía su marco de referencia: “Era obligatorio ser preciso, muy objetivo, muy neutro, imitar a los físicos, quienes nos eran presentados como los científicos ideales.” (Cendales, Torres & Torres, 2005: 23) Fals Borda comparte en aquella época, como los demás intelectuales colombianos formado(a)s en Europa y en los Estados Unidos, los supuestos ideológicos marcados por una visión marxista y desarrollista que hace del desarrollo económico una etapa necesaria del progreso social. Se encuentra entonces aún marcado por el “potente optimismo liberal[6]” (Pereira, 2009: 217) que lo condujo especialmente a trabajar en el ministerio de Agricultura. Por otra parte, la sociología realizada por Fals Borda está, desde su inicio, marcada por una dimensión aplicada, que busca analizar situaciones complejas (la reforma agraria, la violencia) y de mejorar la capacidad de decisión del gobierno y de las comunidades.

Es igualmente a partir de este periodo, como lo mencionamos en la sección anterior, que comienza con su colega Torres, una reflexión crítica de las ciencias sociales occidentales y de su pretensión de objetividad.

Sociología comprometida

El periodo de mediados de los años 60 y hasta los 70 fue marcado por un cambio de orientación hacia una sociología comprometida. Fals Borda contribuye a crear el Programa Latinoamericano para el Desarrollo (1964-1969), que se integra a la Facultad de sociología, y cuya misión es la de formar especialistas de la transformación social. Las críticas se acumulan rápidamente hacia el Frente Nacional, percibido por una parte de los grupos más desfavorecidos de la sociedad – campesinado, clase obrera, estudiantes, como una coalición del statu quo en favor de las élites presentes y expresan la ruptura entre comunidades rurales y urbanas y entre corrientes nacionalistas desarrollistas y nacionalistas revolucionarios (Ocampo López, 2009). La vía del nacionalismo revolucionario, marcada por la acción radical, violenta o no violenta según las facciones que la componen, para crear nuevas estructuras sociales, es adoptada por su colega Camilo Torres, quien parte al encuentro de las clases populares en una gira nacional organizada en las plazas públicas en 1964. En un célebre discurso Torres se declara a sí mismo “revolucionario como colombiano, sociólogo, cristiano y sacerdote[7]”. Abandona la universidad en 1965, se une al Ejército de liberación nacional y muere en combate a los 37 años en febrero de 1966. Muy afectado por ello, Fals Borda inicia nuevos trabajos sobre la violencia, las frustraciones sociales y la incapacidad del Estado a responder a ellas adecuadamente que llevan a la publicación de La subversión en Colombia. Visión del Cambio Social en la Historia en 1967. Una edición aumentada aparece el año siguiente al mismo tiempo que una traducción al inglés en las ediciones de la universidad de Columbia (Subversion and social change in Colombia).

En este libro, dedicado a Camilo Torres, Fals Borda cambia de orientación política y epistemológica: renuncia a fundar una sociología objetiva y libre de valores. Según su nueva visión, dado que los investigadores son miembros de la sociedad en la que se producen los cambios que estudian, deben tomar posición y tienen la responsabilidad de señalar los caminos posibles para salir de la crisis y conducir a una mayor justicia social. A pesar de esta voluntad de jugar un papel de sociólogo público, este libro está marcado por la ausencia de contenido empírico y la presencia de conceptos y teorías sociológicas sobre el poder, el Estado y el cambio social que lo hacen de difícil comprensión para el común de los mortales. Oscilando entre una lectura marxista y funcionalista de la situación, analiza las fuerzas de desarraigo social de las comunidades tradicionales, así como las utopías subversivas producidas por los grupos anti-élites las cuales, una vez difundidas más ampliamente en la sociedad, pierden su potencial subversivo.

Este libro abre sin embargo varias pistas de trabajo sistematizadas y profundizadas en el desarrollo de la investigación – acción participativa : el análisis de la violencia debe ser realizado a largo plazo; la comprensión del fenómeno debe pasar por la valorización de los grupos sociales invisibilisados por el discurso hegemónico (las mujeres, las clases trabajadoras y campesinas, los indígenas), de su manera de ver el mundo y de las acciones que realizan para superar los conflictos y de los conocimientos producidos que deben servir a reducir los conflictos que permiten explicar (Sánchez, 2015).

Los trabajos que realiza y la postura que adopta en el espacio público lo conducen a abandonar progresivamente su formación clásica anglo sajona a favor de un pensamiento latinoamericano en donde la objetividad y la neutralidad no ocupan un lugar central, y a desarrollar la reflexión sobre una ciencia propiamente colombiana y al servicio de sus ideales de justicia social (Cataño, 2008). La creación del Consejo Latinoamericano de ciencias sociales (CLASCO) a la cual contribuye en 1967 y cuya misión consiste en favorecer los intercambios entre investigadore(a)s en ciencias sociales y movimientos sociales de América del Sur, va en este mismo sentido.

Fals Borda hace entonces parte, con otros colegas como Estanislao Zuleta, Eduardo Umaña, Mario Arrubla et Germán Guzmán, de una generación de intelectuales radicales en el sentido de una “una orientación política que defiende una democratización profunda de la sociedad y del poder sin salir de los marcos del liberalismo que hunde sus raíces en la Revolución francesa y en las ideas del Siglo de las Luces; este liberalismo se encuentra entrelazado en Colombia con la tradición radical del siglo XIX” (Pereira, 2009: 226). Durante los años 60 sus trabajos, junto con los de sus colegas, permitieron consolidar el papel de la sociología como punta de lanza de las ciencias sociales Colombia, marcada por la influencia de los sociólogos en el espacio público y en los debates nacionales.

Nacimiento de la IAP

En el clima revolucionario de los medios universitarios de la época, alimentado por los grupos críticos del gobierno y del imperialismo americano, Fals Borda genera suspicacias por diversas razones (su origen protestante, su formación intelectual en Estados Unidos, las subvenciones provenientes de fundaciones americanas, sus primeros análisis enfocados en un marco teórico funcionalista conservador y sus lazos con el primer gobierno del Frente Nacional). Para protestar, según su propia explicación, contra la “rutina universitaria y la falta de apoyo hacia lo que pensamos que debemos estudiar y transformar” (Cendales, Torres & Torres, 2005: 28), renuncia a la universidad y acepta un puesto como director de estudios en el Instituto de investigación sobre el desarrollo social de las Naciones Unidas (UNRISD) en Ginebra a donde llega en 1968. Comienza entonces un periodo de retiro de 18 años de la universidad. En UNRISD redacta un informe sobre las cooperativas en el medio rural que recoge iniciativas de 13 países de África, Asia y América Latina (Fals Borda, 1971), a partir del cual publica un libro en el año siguiente con el título El reformismo por dentro de América Latina (1972). En Ginebra intercambia con otro(a)s intelectuales colombiano(a)s y latinoamericano(a)s como Paulo Freire, y mantiene su apoyo a las movilizaciones campesinas en Colombia. En 1970, hace parte del grupo de intelectuales que crean la Fundación Rosca[8] de Investigación y Acción Social, una organización no gubernamental financiada por la Iglesia presbiteriana americana y el gobierno de los Países Bajos, la cual dirige de 1970 a 1975. La Rosca es una organización de carácter científico y político, cuyo objetivo es el de apoyar las reivindicaciones de las y los trabajadore(a)s de las zonas rurales et urbanas (Pereira, 2009).

La creación de la Rosca marca una toma de distancia de Fals Borda con respecto al Estado y a las convenciones universitarias y el comienzo de una creatividad metodológica y teórica que va a dar origen a la formalización de la investigación-acción participativa. Los trabajos de la Rosca reflejan el deseo, por parte de mucho(a)s investigadore(a)s, de dirigir el resultado de las investigaciones a las personas mismas de las cuales proviene la información y los datos analizados y no a las élites y a lo(a)s profesionales del cambio social. Más importante aún, los grupos y los movimientos sociales deben participar en la elaboración de los conocimientos científicos que son construidos en un diálogo entre los saberes científicos y aquellos de los sujetos de la investigación y puestos al servicio de las causas populares, como lo exponen Fals Borda y sus colegas en Causa popular, ciencia popular. Una metodología del conocimiento científico a través de la acción (Bonilla, Castillo, Fals Borda et Libreros, 1972).

De regreso a Colombia en 1970, Fals Borda y sus colaboradore(a)s de la Rosca experimentan diversas formas de investigación llamadas inicialmente “participación inserción”, y luego “investigación-acción participativa” según la fórmula hallada por Fals Borda. La Rosca contribuyó, principalmente a través de sus métodos participativos de investigación, a una reapropiación crítica de la historia por los grupos sociales más excluidos y a dinamizar las luchas por la recuperación de la tierra gracias a un retorno sistemático de los resultados de investigación. Por otra parte, este grupo contribuyó a sacar del olvido saberes históricos y populares de estos grupos (Negrete Barrera, 2008).

Paralelamente, Fals Borda contribuye a fundar la revista Alternativa, en 1973, con Enrique Santos Calderón, Gabriel García Márquez, Arturo Alape y Antonio Caballero, así como la casa de edición Punta de Lanza. Continúa sus investigaciones sobre la situación agraria y los trastornos de la sociedad rural colombiana (1975, 1976) y dirige, por un tiempo, la Fundación para el Análisis de la Realidad Colombiana (FUNDARCO).

La investigación–acción participativa refleja la tonalidad política, científica y subversiva de la postura que Fals Borda desea adoptar durante aquellos años con el fin de despertar la conciencia popular y de participar en acciones sociales transformadoras de la realidad. De hecho será acusado de haber colaborado con el movimiento revolucionario M-19 y encarcelado con su esposa María Cristina Salazar, en 1979 por cuenta de Estatuto de seguridad ordenado por el gobierno de la época (Pereira, 2009: 237)[9]. Dicho cambio de postura implicaba cambiar de metodología de investigación, cambiar de lenguaje y de estilo de escritura puesto que no se dirigía ya a sus pares universitarios sino a hombres y mujeres sin diploma universitario con el objetivo de hacer avanzar la revolución socialista en Colombia. Según Cataño, sus textos son entonces leídos en las clases universitarias más comprometidas, pero sus pares los juzgan demasiado esquemáticos e ideológicos (2008: 558). A pesar de ello, son juzgados demasiado difíciles para el público en general a causa de las numerosas notas de pie de página con referencias internacionales y conceptos de las ciencias sociales.

En 1977, participa en la organización del primer Simposio mundial de investigación–acción participativa en Cartagena que se convierte en una plataforma de intercambio con interlocutore(a)s del mundo entero sobre el método experimentado y sistematizado durante los años anteriores. El texto “Por la praxis. El problema de cómo investigar la realidad para transformarla” recoge las experiencias de IAP presentadas durante este simposio y lanza los fundamentos epistemológicos de este enfoque.

En 1979 aparece bajo el título Mompox y Loba el primer tomo de Historia doble de la Costa, una obra intelectual que lo va a ocupar durante la primera parte de los años 80 (El presidente Nieto, en 1981, Resistencia en el San Jorge, en 1984 y Retorno a la tierra, 1986). La redacción de esta obra mayor se apoya en la investigación–acción participativa y sobre la experimentación de una forma de escritura que busca liberarse de las tensiones entre los códigos de la escritura científica que pueden, por su hermetismo, constituir un obstáculo para su comprensión por parte de los sujetos de la investigación. Entonces opta por una escritura a dos voces: en la página izquierda produce una narración descriptiva, fiel a los datos empíricos, a los sucesos de la vida cotidiana y a las interacciones ordinarias; en la página de la derecha presenta una interpretación científica con un enfoque que combina la sociología y la historia, apoyado en referencias, conceptos y precisiones metodológicas. Esta manera de construir la obra facilita a los sujetos de la investigación la posibilidad de aportar su propia interpretación del material recogido por Fals Borda.

En 1988 vuelve a la Universidad Nacional de Colombia al Instituto de estudios políticos y relaciones internacionales. Los años 90 están marcados por su compromiso en la vida política colombiana y su participación en los trabajos de creación de una Asamblea nacional constituyente, y la continuación de los intercambios internacionales sobre el tema de la investigación–acción participativa. Muere el 12 de agosto del 2008 en Bogotá, a la edad de 82 años mientras trabajaba en una nueva edición de su libro La Subversión en Colombia. Visión del Cambio Social en la Historia, publicado por primera vez en 1967.

Creatividad conceptual

Orlando Fals Borda abrió nuevos horizontes en las ciencias sociales, contribuyendo principalmente a renovar los lazos entre la teoría y la práctica y entre la reflexión y la corporeidad, los cuales no considera como elementos autónomos. Esta capacidad de abrir nuevos espacios intelectuales se acompaña de una creatividad conceptual marcada por la importación de conceptos de un campo del conocimiento a otro y la retribución de un nuevo sentido. Una vez tomada sus distancias con respecto al funcionalismo, desarrolla progresivamente un pensamiento heterodoxo, sostenido por una capacidad de lectura y de síntesis de obras como aquellas de Pitrim Sorokin, Karl Marx, Max Weber, Karl Mannheim, José Carlos Mariátegui, Charles Wright Mills, de autore(a)s de la teoría de la dependencia y pensadore(a)s anarquistas tales como Gustav Landauer. La revisión de varios conceptos clave en el corazón de su obra, permiten igualmente explicitar nuestras decisiones de traducción para la presente antología.

Investigación- acción participativa

Cuando Fals Borda propone el término investigación–acción participativa (IAP) existen ya muchos términos tales como la investigación–acción y la investigación–participativa. Los miembros de La Rosca utilizan igualmente los términos “estudio-acción” y “participación-intervención”, el de “inserción activación” de lo(a)s investigadore(a)s en los grupos sociales y el de “investigación militante” (Bonilla et al., 1972: prologue, p. 22 et 29), pero es el término IAP que será mantenido. Señalemos ante todo que Fals Borda no es el creador de todo el enfoque de la IAP, puesto que se trata de un trabajo colectivo realizado en diálogo con otros colaboradore(a)s latinoamericano(a)s y del resto del mundo. Sin embargo, sí es él uno de los más eminentes fundadores, siendo a la vez un teórico elocuente y un practicante aguerrido. Hay que añadir a ello el que se inscribe en la tradición emancipadora de la IAP que se encuentra principalmente en América latine, pero no exclusivamente, y que tiene como objetivo el de contribuir al surgimiento de una mayor justicia social y liberar a los grupos más excluidos de las relaciones de opresión que sufren, combinando actividades de investigación, de educación y de acción (Fals Borda, 1979b)[10]. Esta tradición se distingue de otras versiones de la IAP que no centran su trabajo en los temas del poder, de la justicia social y de la democracia, sino que la reducen a un método que favorece el cambio organizacional mediante las colaboraciones de investigación con los grupos sociales.

En la perspectiva de Fals Borda, la RAP no es un simple método: es una propuesta epistemológica y política fuerte, que busca inscribirse en la ruptura con el paradigma positivista en las ciencias sociales. Se trata ante todo de una propuesta epistemológica en la medida en que se trata de romper con la posición de exterioridad de lo(a)s investigadore(a)s en ciencias sociales que estudian los fenómenos sociales como cosas y las personas como objetos de investigación. En esta propuesta, la persona que realiza la investigación hace parte de las realidades que son investigadas: es un actor comprometido que debe él mismo analizarse y ser analizado. El proceso de investigación se convierte entonces en una experiencia dialógica y de confianza mutua de sujeto a sujeto.

Para que dicho proceso pueda ocurrir, es importante que lo(a)s investigadore(a)s compartan una experiencia de vida con las comunidades con las cuales trabajan en alianza. La dimensión de la acción comprometida es fundamental y puede conducir a lo(a)s investigadore(a)s a la acción directa como la participación en operaciones de ocupación de tierras. Desde esta perspectiva, la producción de saberes y la acción son actividades íntimamente ligadas y que se alimentan mutuamente en la medida en que los saberes producidos son probados en la práctica, la informan y la explican, con el fin de reforzar la acción de los grupos y su emancipación de las opresiones (Hall, 1992). Fals Borda y sus colegas de La Rosca escriben que esta postura implica que lo(a)s investigadore(a)s se dejan “‘expropiar’ sus conocimientos técnicos y sus herramientas (…) para dinamizar los procesos históricos” por parte de los grupos que son parte de la investigación y se involucran en ella. (Bonilla et al., 1972: 48). Otro rasgo de la propuesta epistemológica de la IAP es la consideración de que los miembros de los grupos más excluidos de la sociedad poseen conocimientos válidos sobre el mundo que los rodea. Incluso si no han sido escolarizados, es posible hacerlos participar lo más directamente posible en el proceso de investigación utilizando métodos de animación provenientes de la educación popular.

En segundo lugar, la IAP es un proyecto eminentemente político que tiene como objetivo conectarse de nuevo con una experiencia común perdida a causa de los trastornos sociales ligados al orden mundial: colonización, relaciones de dependencia Norte-Sur y dominación de las élites locales. No se trata aquí de una voluntad nostálgica de regreso al pasado, sino como un proceso de conectarse con la experiencia de la convivencia y de ir al encuentro de las diferentes partes de sí mismo para convertirse en un ser “sentipensante”, es decir un ser empático cuya inteligencia está conectada al corazón (Sánchez Lopera, 2008).

Las reflexiones de Fals Borda sobre la IAP se derivan principalmente de sus trabajos sobre la descolonización de las ciencias sociales, de su posicionamiento como sociólogo comprometido y de sus experiencias como sociólogo rural. El desarrollo de la IAP representa sin embargo un cambio en la medida en que anteriormente dirigía los resultados de sus investigaciones a las élites o a los profesionales del cambio social: con la IAP, los destinatarios son las personas más excluidas con el fin de que tomen conciencia de las tensiones a las cuales están sometidas. Más aún, la IAP busca convertirlas en participantes de la producción del conocimiento que debe alimentar las acciones de emancipación con respecto a las relaciones de opresión.

El primer año de experimentación de campo con los grupos campesinos e indígenas del sur y de la costa oeste de Colombia es relatado por cuatro miembros de La Rosca, entre ellos Fals Borda, en Causa popular, ciencia popular: una metodología del conocimiento científico a través de la acción publicado en 1972 (Bonilla et al. 1972). Lo(a)s “investigadore(a)s militantes” de La Rosca trabajan en alianza con esos grupos con el fin de elaborar una historia de los movimientos sociales y de resucitar las formas antiguas de la acción militante poniendo la ciencia “a su servicio” (1972: prólogo). Son contactados, por ejemplo, por una agremiación campesina de izquierda democrática la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos – ANUC– Línea Sincelejo) fundada en 1968. Esta asociación realizaba ocupaciones de tierra para para denunciar las políticas gubernamentales y el fracaso de la reforma agraria de comienzos de los años 70. Con ellos, Fals Borda y sus colegas comienzan un proyecto de reconstrucción de la historia de las cooperativas campesinas autónomas de los años 20 (los baluartes) e intentan reintroducirlos trabajando con grupos campesinos sobre las tierras ocupadas. Esta combinación de historia y acción política es llamada recuperación crítica (1972: 51). En esta obra, la postura que domina es la de poner la ciencia al servicio de las causas populares y una de sus tareas importantes es la de restituir los resultados de las investigaciones para mejorar “a claridad y la eficacia de sus acciones” (1972: 45).

Rappaport trabajó sobre los archivos y las notas de Fals Borda (2017) con el fin de saber en qué medida y mediante qué procesos los trabajos de La Rosca eran participativos. De este modo constató que Fals Borda y otro(a)s investigadore(a)s de La Rosca consideraban que lo(a)s campesino(a)s con lo(a)s cuales trabajaban no eran suficientemente educado(a)s para participar en la producción de los conocimientos científicos en el sentido convencional del término. Su objetivo no era formarl(a)s en las encuestas sociológicas sino más bien involucrarlo(a)s en el proceso de investigación utilizando métodos creativos. Según Rappaport, esto resulta particularmente claro en la elaboración de historietas dibujadas conjuntamente por artistas locales y campesino(a)s, alguno(a)s líderes de la ANUC, con el fin de conservar la memoria de las luchas pasadas y sostener las luchas campesinas creando héroes y heroínas locales a lo(a)s cuales pudieran identificarse. Apoyándose en relatos realizados por campesino(a)s, activistas e investigadore(a)s, lo(a)s dibujantes proponían bosquejos que eran luego discutidos con lo(a)s participantes aportando modificaciones. En este proceso, la autoría es colectiva y el producto final es el resultado de un proceso de co-interpretación de la realidad.

Compromiso

En su único texto publicado en francés sobre la crisis de la sociología, el mismo Fals Borda señala la dificultad de traducir el término español de compromiso que, en francés remite a dos expresiones diferentes: compromis y engagement (Fals Borda, 1970). Según él, es precisamente el término engagement el más fiel a su pensamiento, que define siguiendo a Sartre como:

la acción o actitud del intelectual que, tomando conciencia de su pertenencia a la sociedad y al mundo de su tiempo, renuncia a una posición de simple espectador y pone su pensamiento o su arte al servicio de una causa. En periodo de crisis social, esta causa es, por definición, una transformación significativa de la sociedad la cual permite superar la crisis de forma definitiva creando una sociedad superior a la existente. (1970: 190)

En agosto de 1967, en el II Congreso Nacional de sociología realizado en Bogotá, Fals Borda pronuncia un discurso inaugural titulado Hacia una sociología comprometida en el cual rinde homenaje a su colega Torres quien trabajó por la independencia intelectual de la sociología colombiana. En su discurso, Fals propone una sociología que responda a los cánones de producción de la investigación en ciencias sociales, al mismo tiempo que se comprometa “activamente a favor del esfuerzo nacional revolucionario” y que califica como “ciencia rebelde y subversiva” (citado en Herrera Farfán et López Guzmán, 2014: 63). Esta postura es precisada en una conferencia que realiza el mismo año en un coloquio en la Universidad de Munster (Alemania) y que titula Ciencia y compromiso: problemas metodológicos del libro La subversión en Colombia (Fals Borda, 2011 [1967]). En esta conferencia afirma que la selección de los sujetos de estudio refleja los valores de los sociólogos: la selección de los sujetos más delicados de la sociedad, reflejan una postura progresista frente a las decisiones de cierto(a)s investigadore(a)s que ponen de manifiesto su conservatismo intelectual.

Estos textos evidencian la distancia tomada por Fals Borda durante los años 60 con respecto a las pretensiones de objetividad y de búsqueda del equilibrio social centrales al funcionalismo americano en el cual había sido formado durante sus estudios en los Estados Unidos. Sus años de sociólogo en contacto con las realidades rurales, el contexto político latinoamericano marcado por el impulso revolucionario, sus intercambios con colegas latinoamericano(a)s provenientes de diversas formaciones intelectuales, hicieron evolucionar rápidamente su postura como investigador en ciencias sociales hacia la idea según la cual una ciencia sin el compromiso social de transformar las condiciones de vida de los más marginados no vale la pena. Los años 1960-70 están marcados por la emergencia de dos movimientos de liberación que provienen de Brasil y se difunden en América Latina y en el resto del mundo: la teología de la liberación (del brasilero Leonardo Boff y el peruano Gustavo Gutiérrez) y la pedagogía de la liberación de Paulo Freire. En el corazón de estos dos movimientos está la idea de que el análisis de las realidades vividas por los grupos mismos que las viven (aquellos que no saben ni leer ni escribir) es una etapa necesaria de su emancipación (Cataño, 2008).

Sentipensante

En el prólogo de la antología titulada Fals Borda, Orlando Una sociología sentipensante para América Latina (Fals Borda, 2015), editada por Víctor Manuel Moncayo, este recuerda que el origen de este término remonta a las conversaciones de Fals Borda con los pescadores de San Martín de la Loba quienes lo utilizaban para referirse a la importancia de pensar con el corazón y de sentir con la cabeza[11]. Esta expresión se encuentra en la Historia doble de la Costa obra en la cual Fals Borda describe el modo de vida y el universo simbólico de los pescadores de la costa quienes no dividen el mundo entre la razón, las emociones-corazón, el espíritu y el cuerpo. Esta visión integrada del mundo es ilustrada, según Fals Borda, por el mito del hombre-tortuga (hombre-hicotea), verdadera unión entre los animales humanos y los animales no humanos y símbolo de la cultura lacustre de estos pescadores. Cataño, por su parte, rastrea su origen hasta las discusiones de Fals Borda con lo(a)s campesino(a)s momposino(a)s sobre el trance, una experiencia en los límites entre el pensamiento y la sensación (2008: 558). En la misma línea, el escritor uruguayo Eduardo Galeano emplea la palabra sentipensante en El Libro de los abrazos para “definir el lenguaje que dice la verdad” (1989: 89) empleado por los pescadores de la costa colombiana a quienes califica como “sabios doctores de ética y de moral”.

En múltiples entrevistas y textos Fals Borda califica la IAP de “filosofía de vida” que no es reductible a un conjunto de métodos y los participantes en los procesos de la IAP como “seres sentipensantes” (1999: 82). Sentipensante se refiere igualmente a una aptitud, un estado de empatía que permite vivir al mismo tiempo comprender las experiencias o los relatos de lo(a)s entrevistado(a)s. Esta aptitud fue aplicada por Fals Borda y sus colegas de La Rosca de investigación y acción social, como lo muestra el análisis de los trabajos de ese grupo realizado por Rappaport (2017). Según este autor, el procedimiento aplicado por Fals Borda en algunos de sus trabajos buscaba recolectar un material empírico diversificado apoyándose en sus cualidades empáticas con el fin de “imaginar experiencias históricas y situarse como testigo dentro de unos parámetros históricos determinados” y poner en escena diálogos realistas (2017: 11).

Subversión

No es sorprendente encontrar con frecuencia el tema de la subversión en la obra de este pensador que tanto obró en favor de la liberación intelectual, política y económica de los pueblos de América Latina. Según Pereira Fernández, en el libro publicado por Fals Borda un año después de la muerte de su amigo y colega Torres Restrepo, titulado La Subversión en Colombia. El Cambio Social en la Historia, el autor hace un uso sociológico de este concepto el cual define en un sentido positivo como “una situación que revela la contradicción de un orden social, en los momentos en los cuales las nuevas utopías de cambio social entran en conflicto con los elementos tradicionales del orden dominante” (2009: 229). En el resto de su obra, Fals Borda concibe la subversión como “derecho de los pueblos a luchar por su propia libertad y autonomía” así como un “período de transición que puede traer consigo cambios, desarrollo o revoluciones” (Ibid.) Esta subversión es encarnada por diferentes personas con las cuales Fals Borda entrará en contacto a lo largo de su recorrido: intelectuales, anti-élites, los partidos revolucionarios/guerrilleros, campesino(a)s y los estudiantes.

Vivencia

El término vivencia es utilizado en castellano por el filósofo José Ortega y Gasset para traducir el término de erlebnis utilizado en la filosofía fenomenológica alemana. Salvo en una ocasión, en el texto De Cartagena a Ballarat, en la que menciona entre paréntesis el término alemán “erfahrung”, el contexto no permite siempre saber cómo traducir dicho término en francés.

En alemán, el concepto de “experiencia” puede ser expresado por dos palabras diferentes: erlebnis y erfahrung. Erfahrung es utilizado tradicionalmente para designar la experiencia y el saber adquiridos a partir de dicha experiencia como en las frases “Ella tiene mucha experiencia en ese campo.”.

Erlebnis es un término más reciente. Aparece bajo la pluma del filósofo Hegel y contiene la raíz “leben” (vida). De allí la decisión de los filósofos franceses como Maurice Merleau-Ponty quienes importan la fenomenología a Francia al final de la Segunda Guerra Mundial, y lo traducen como “Experiencia vivida”, Expérience vécue (término utilizado igualmente como subtítulo del tomo 2 del “Segundo sexo” Deuxième Sexe de Simone de Beauvoir). El verbo “erleben” significa “atravesar”, “superar”, “sobrevivir”, lo que le da una connotación más pasiva que la de erfahrung. Por extensión, designa las impresiones, sensaciones y recuerdos asociados a esta experiencia (Hoerger, 2016).

Raizal

El término es utilizado frecuentemente en los textos de Fals Borda, ya sea como adjetivo “raizal” o “raizales” (“impulsos raizales”, “creadores raizales”). El pueblo Raizal está formado por una comunidad de protestantes afro-caribes que vive en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina que hace parte de Colombia. Junto con los pueblos indígenas continentales, los afrodescendientes y los palanqueros, este es uno de los pueblos con los cuales trabajo Fals Borda. Por extensión, el término raizal es utilizado por Fals Borda como adjetivo para designar las realidades culturales y coloniales locales y propias de América Latina. En su publicación El socialismo raizal y la Gran Colombia Bolivariana. Investigación Acción Participativa (2008), utiliza la expresión “socialismo raizal” para referirse a la posibilidad de un nuevo socialismo arraigado en los valores históricos de los pueblos de Colombia (principalmente la relación respetuosa la naturaleza, los lazos de solidaridad y de colectividad local) por oposición con el socialismo europeo que desconoce las realidades de América Latina. Según Pereira Fernández (2009), sus orígenes familiares cristianos y humanistas, su propia formación intelectual y sus estudios de sociología rural en contacto con grupos campesinos y de pescadore(a)s colombiano(a)s lo llevaron a defender valores colectivos autóctonos y raizales amenazados por un capitalismo inmoral. Pereira Fernández califica la position de Fals Borda como “romanticismo anticapitalista” y la define como una voluntad de “regreso a la tierra”, que es título del cuarto tomo de Historia doble de la costa (1986), guiado por los valores de una sociedad socialista pluralista y no como una posición anti-moderna.

El término raizal es cercano pero diferente del término “raíces”, igualmente utilizado por Fals Borda en un sentido más clásico al referirse por ejemplo a la raíz de un problema o a las raíces familiares.

Herencia

Los textos escogidos y presentados en esta antología dan cuenta de la importancia de Fals Borda como precursor en América latina de la crítica del colonialismo intelectual y de la liberación de las ciencias sociales. Para Fals Borda, el proceso de descolonización debe implicar los seres y los saberes y no únicamente las estructuras económicas y el Estado y por lo tanto debe comenzar por un trabajo sobre los conceptos y los marcos de pensamiento y de análisis del mundo social movilizados por las ciencias sociales. Para Mignolo, este desplazamiento tiene consecuencias políticas mayores en los años 60 y 70 puesto que opone frente a frente el proyecto capitalista con aquellos que se pretenden alternativos al capitalismo, estando todos ellos centrados en Occidente (Mignolo, 2008).

Fals Borda contribuye con sus trabajos a la emergencia de una nueva epistemología marcada por el énfasis en la relación entre los sujetos productores de conocimientos (y no objetos de investigación), el papel político atribuido a lo(a)s investigadore(a)s-militantes y su contribución a la acción emancipadora de los grupos sociales oprimidos. Dicha epistemología se apoya igualmente sobre la idea de pluralismo epistémico que conlleva el carácter plural, localizado e indeterminado de los conocimientos, así como la movilización de los saberes de los grupos oprimidos en los procesos de investigación. Finalmente, dicha epistemología está marcada igualmente por su arraigo pragmático según el cual el conocimiento no tiene valor sino en la medida en que permite actuar sobre la realidad.

Estas ideas van a ser profundizadas por los universitarios latinoamericanos que se inscriben en la corriente de la descolonización de los saberes (Quijano 2000; Mignolo, 2000 et 20007; Walsh, 2005; Escobar, 2007; Castro-Gómez et Grosfoguel, 2007; Mejía 2016; Merçon, 2018). La importancia de la alianza entre movimientos sociales, descolonización de los saberes y democratización de las sociedades es también central en la obra del sociólogo portugués de Sousa Santos y de su proyecto de epistemología del Sur (2016).

El redescubrimiento de la herencia de Fals Borda nos obliga a mantener una actitud vigilante: 1) hacia una IAP que ha sido movilizada por grupos e instituciones, en particular por agencias de desarrollo, con otras finalidades que aquellas que figuraban en el origen de esta corriente y que permiten mantener las jerarquías locales e internacionales (Billies et al., 2010; Rappaport, 2017); 2) frente al discurso de la participación generalizada que domina las instituciones públicas en particular y las ciencias sociales; y frente a la esencialización o la romantización de los saberes que detentan los miembros de los grupos marginalizados (Casas-Cortés, Osterweil & Powell, 2008 : 48).

A pesar de ser consciente de ciertas tensiones ligadas a la posición que defiende, Fals Borda asume sin embargo la convicción de que lo(a)s investigadore(a)s pueden construir una ciencia que sirve para apoyar las luchas revolucionarias de grupos a los cuales no pertenecen. Como lo subraya Mignolo, esta posición es difícil de defender puesto que la denuncia del colonialismo intelectual y la creación de alianzas de buena voluntad con los grupos indígenas y campesinos no conduce necesariamente a descolonizar las relaciones entre investigadore(a)s y los grupos oprimidos (2002: 73). La alianza de lo(a)s investigadore(a)s con grupos tales como los pueblos indígenas, es un proyecto aún vigente, pero ha tomado formas diferentes en el curso de los últimos veinte años, principalmente gracias a las corrientes de los estudios indígenas. Me refiero aquí, en particular a los trabajos de Nancy Tuhiwai Smith (1999) sobre la descolonización de las metodologías (ver también Rigney, 1999; Battiste, 2013). Estos trabajos insisten en el hecho de lo(a)s investigadore(a)s deben provenir de los mismos de grupos oprimidos o, al menos, que las investigaciones participativas con los grupos oprimidos deben conducir a la elaboración de nuevos códigos de ética que busquen reconocer la propiedad común de los datos, la participación en todas las etapas de investigación, el reconocimiento como co-autore(a)s de los documentos, así como la participación en la difusión de los resultados de la investigación, temas que no eran de actualidad en las décadas de la fundación de la investigación-acción participativa y que trazan nuevas vías de experimentación.


  1. Este compendio, publicado en 1970 (Fals Borda, 1970b), lleva el nombre de un artículo de 1968. Sera luego impreso varias veces y reeditado junto con otros textos en Ciencia propia y colonialismo intelectual. Nuevos Rumbos (Nouvelles directions) en 1988.
  2. La teoría de la dependencia explica que el enriquecimiento de los países del Norte global se hace en detrimento de los países del Sur. Por consiguiente, el desarrollo de estos países debe pasar por su emancipación económica frente a los países del Norte. Se encuentra particularmente bien formulada en el contexto francófono en El desarrollo desigual (Le développement inégal) de Samir Amin (1973).
  3. Los datos biográficos e históricos contenidos en esta sección provienen esencialmente de una larga entrevista realizada tres años antes de su desaparición (Cendales, Torres & Torres, 2005) y de artículos de tipo biográfico redactados por especialistas de su obra (ver principalmente Sánchez Lopera, 2008; Cataño, 2008; Ocampo López, 2009; et Pereira, 2009).
  4. Este término designa, en las regiones rurales de los Andes, un proceso de accesión a pequeñas parcelas de tierra, con frecuencia erosionadas e improductivas.
  5. La construcción de este edificio es financiada en parte por el programa de USAID lo que, además de sus estudios en los Estados Unidos y de las subvenciones de investigación recibidas de fundaciones americanas como Ford y Rockefeller, alimentará más tarde las sospechas de parte de grupos de estudiantes que consideraban a Fals Borda como un agente del imperialismo americano.
  6. Pereira explica también este optimismo liberal por su educación protestante y el consenso político que dominaba la vida política americana durante sus estudios en Estados Unidos, y luego durante el gobierno del Frente Nacional (Pereira, 2004).
  7. “Mensaje a los comunistas”, aparecido en Frente Unido (Bogotá, le 2 septiembre de 1965). Texto disponible en linea : http://www.filosofia.org/ave/001/a230.htm.
  8. Según Parra Escobar (1983) el término “rosca”, utilizado en Colombia de manera peyorativa para referirse a los círculos de concentración de poder y de influencia, es retomado por Fals Borda en el sentido de “círculo”, refiriéndose a sus propias raíces catalanas.
  9. Después de varias semanas es liberado sin que ningún cargo haya sido retenido contra él; por su parte, su esposa pasara un año y medio en prisión acusada de ocultar armas robadas por el M-19 en una de sus propiedades.
  10. Pereira califica la posición de de Fals Borda de “radicalmente basista” en el sentido en el que privilegia las opiniones, saberes y aspiraciones de las clases populares por sobre toda otra teoría o grupo social (2009: 242). Ocampo López define la propuesta de la IAP como una “filosofía de vida altruista que busca obtener resultados útiles y fiables con el fin de mejorar las situaciones colectivas, sobre todo desde el punto de vista de las clases populares” (2009: 32).
  11. En la redacción de este párrafo no se ha utilizado la feminización del lenguaje con el fin de no suprimir la expresión de la división del trabajo y las relaciones sociales de sexo entre hombres y mujeres.

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